El Banco Central decidió que a partir de noviembre las entidades financieras ya no podrán contemplar a las Leliq como parte de los encajes que están obligadas a mantener para los depósitos a la vista.

Si bien desde la entidad niegan un guiño político, la medida implica que dejarán de pagar las elevadas tasas que tanto criticó Alberto Fernández durante la campaña y entregarán un balance más saneado a partir de un menor déficit cuasifiscal.

Esto será posible gracias al endurecimiento del cepo cambiario que deja cautivos a esos pesos e impide que se dirijan a la compra de divisas. El problema es que frente a este factor limitante que disminuye el ingreso de los bancos, estos se defiendan y disminuyan las tasas para los depositantes.

Desde la máxima autoridad monetaria aseguraron a este medio que el efecto será muy marginal dado que no afecta a los plazos fijos y que el objetivo es mantener una tasa positiva en términos reales.

Sin embargo, eso será difícil si no se revierte de inmediato el sendero creciente de la inflación. "A mí me hace ruido que bajen la tasa en un periodo en que la inflación está subiendo. Ya el mes pasado y este mes la tasa pasó a ser negativa con este salto de la inflación", afirmó el analista financiero Christian Buteler.

La decisión sorprende porque es la primera vez en toda la gestión Macri que frente a un período de suba de los precios el Banco Central no sólo no sube la tasa, sino que la baja. Se trata de una estrategia que nunca dio resultado en términos de baja de la inflación y sugiere que el verdadero objetivo era dar incentivos para que los depósitos no se dolaricen.

Ahora, si bien no existe ese peligro para el caso de los bancos, en el caso de concretarse una baja de tasa para los ahorristas, es probable que se trasladen al "dólar blue" y se aumente la brecha con el tipo de cambio oficial, un fenómeno que por el momento no se está observando.